viernes, 5 de abril de 2013

El amor en los tiempos del mercado


Hubo un tiempo en que el mercado no proporcionaba una dimensión del amor, no existían regalos especiales, ni casas, ni sueldos, ni puntos. No existía el dating, ni los gestores de eventos, ni los mercados de amor para solteros y solteras.   Si bien una postura común es que vivimos el amor en un mundo plagado por imaginarios materiales y  por idealizaciones de éxitos de pareja, pienso que la economía puede dar una idea más razonable del vivir el amor en tiempos del mercado.

En tierras muy lejanas, hace muchos, muchos años, el amor era una cuestión más simple, si bien existían los intereses de las clases, el poder, los imaginarios dogmáticos, especialmente los religiosos, y, por ende, prácticas culturas propias a ese entorno, no existían ciertos efectos mediáticos que la propaganda ha impuesto. Y es que hoy amanecí con cierta rebeldía por el consumo y eso me llevó a pensar esto: el amor que se pretende experimentar puede expresarse por lo que estás dispuesto a renunciar. En lenguaje de economista, la utilidad marginal del amor debe ser igual al costo de oportunidad, el cual debe ser del mismo valor para todos los bienes que se pretende consumir (aburrido verdad). La idea es sencilla: hace años el padre de un buen amigo renunció a su trabajo y decidió vivir en un departamento con un calor seco   para que su hijo no sufriera de enfermedades respiratorias, renunció a otras actividades para procurar cierto bienestar. De igual forma, renunciar a la soltería desenfrenada (i wish) es una forma de manifestar cierto compromiso que se pretende establecer. Los ejemplos pueden continuar pero al final la idea es la mismo.

En fin, el problema radica en quererlo todo, sin renunciar a nada. Trabajar 8 horas, viajar 4, educar a tus hijos en 6 horas, tu vida de pareja en 4 horas diarias, hacer ejercicio, y otros, todo en 24 horas !imposible!...Pero bueno,todo lo que necesitas es amar, como dijeron los Beatles, y amar a tu projim@ como a ti mismo, como lo dijo quien camino sobre las aguas, lo mismo se repite en todas las culturas. Pero amar es renunciar, y he allí la pregunta relevante, a qué se quiere renunciar por amor?








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