Recientemente se aprobó en las instancias correspondientes
del Congreso de la República de Guatemala la ley que modifica aspectos del
mercado de tarjetas de crédito, como el que regula lo relacionado al “hostigamiento”
en el cobro y la tasa de interés a ser aplicable. Se ha argumentado que dichas
reformas atentan contra la oferta y demanda de mercado, suponiendo que estas ocurrieran en un mercado como el de los de
tomates (información completa y simétrica, carencia de contratos, etc.); en
este artículo paso referencia a las diferencias principales.
En el mercado de
tarjetas existen fallas de mercado derivada en parte porque los usuarios y los
proveedores de tarjeta tienen una diferente dotación de información. El
usuario de tarjetas tiene más información que la empresa proveedora de las
mismas, especialmente sobre los factores de riesgo en honrar su deuda; por su parte, la empresa tiene más información
sobre los mecanismos de pago, flujos financieros y trámites que el usuario.
Esto no ocurre en el mercado de tomates, salvando algunas diferencias. Para las
transacciones, la presencia de información asimétrica lleva a fallas que
racionan el crédito, respecto a un mercado con plena información. De esa
cuenta, políticas para superar las fallas de información abonarían en un
mercado más dinámico, primer punto a favor de una ley que pretenda ello -desde luego, la aprobación no implica que se
logre-.
Por otra parte, la
estructura del mercado de tarjetas tiende más a la competencia monopolística,
lo que favorece ciertas políticas regulatorias, tanto de impuestos como de
precios. El estudio de Acevedo
(2007) publicado en la página del Banco de Guatemala, presenta evidencia sobre la concentración del
sistema financiero y basado en algunos indicadores muestra como este se
clasifica más como una competencia monopolística (CM). En una estructura CM el monopolista actúa con
discriminación de precios en su segmento, maneja un producto diferenciado y barreras de entrada, algo fácilmente
detectable en el mercado de tarjetas. Con ello, reformas que regulen el sector
pueden llevar a incrementos en la actividad.
Por último, en el
mercado de tarjetas se crean compromisos de largo. En general una deuda representa un compromiso
en el largo plazo, el cual plantea readecuaciones, contratos y procesos legales, aspecto que
obviamente no ocurre en el mercado de tomates. Los costos de transacción, las
fallas de coordinación y otras son comunes en este mercado. Lo anterior
requiere regulaciones apropiadas.
Con estas diferencias, abordar la discusión del mercado de
tarjetas como que fuera el mercado de tomates establece posiciones no
adecuadas, como oponerse a regulaciones e insistir en que las intervenciones
entorpecen el “buen” funcionamiento de mercado.
El mercado de tarjetas requiere medidas acordes a su
estructura de mercado y a sus fallas, desde luego. Las reformas en ese sentido
pueden ir por el destino correcto pero fallan en otros aspectos, los cuales requieren
estudios para plantear instrumentos, mecanismos y medidas concretas de política
que faciliten un mercado dinámico.
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