martes, 10 de septiembre de 2013

La razón de la constancia


En este territorio donde el agua de lluvia limpia la sangre de la imprudencia, la delincuencia y la indiferencia, y donde, cada día, te recibe un mundo de prepotencia, racismo y enajenación,  el espíritu se acongoja y  la desesperanza llega, como llegan esas noches  oscuras de invierno. Y, a pesar de ello y de muchas otras cosas más, aún hay razones para persistir.
Aún quedan los pies fuertes, y los ojos tranquilos ante la mirada fría del despiadado.

Aún quedan las sonrisas, los amigos, los intensos juegos en tardes de parque y locura.
Aún quedan los luchadores y luchadoras, los del día a día, los y las de madrugadas de trabajo y de marcadas cicatrices.

A estas horas, yo te espero. Inmutable ante el mundo, con la esperanza de verte. Te transformas en la razón de la constancia.  

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